Sin embargo y a pesar de los días más luminosos, hay gente que vive enferma de tristeza. La tristeza es un sentimiento más común de lo que pensamos, pero es el que mejor disimulamos. Puede ser por desamor, por carencias o por enfermedad y depresión, pero mucha gente no se considera muy feliz. ¿Cómo curar la tristeza? Hay muchas cosas positivas que se pueden hacer para sentirse mejor como tomar un baño de sol, intentar aprender a bailar, hacer ejercicio o buscar a tus amigos verdaderos.
Además, los expertos dicen que hay que evitar los siguiente:
- Refugiarse en el alcohol.
- Tomar decisiones importantes en ese momento.
- Dejar de dormir.
- Permanecer mucho tiempo solo.
- Olvidarse de sus seres queridos y familiares.
- Creer que el tiempo lo cura todo.
Aquí un cuento que explica cómo vencer la tristeza:
En un reino muy lejano vivía
un rey poderoso amado por sus súbditos y respetado por los soberanos vecinos.
Llegó un día en que el rey se sintió enfermo y llamó a los médicos de la corte
para que pusieran remedio a su mal. Todos los eminentes doctores se reunieron
en consulta, pero no sacaron en claro qué dolencia aquejaba a su monarca.
Pasaban los días y las
semanas y el rey estaba cada vez más triste.
-Tiene la enfermedad de la
tristeza- concluyeron los médicos reales. Y empezaron a desempolvar
viejos
pergaminos y antiguos libros del arte de la medicina para hallar el
remedio a la enfermedad de la tristeza. Las boticas del reino elaboraron los
más raros brebajes y pócimas. Todo fue en vano; el rey estaba cada vez más
apesadumbrado, más melancólico y la tristeza llegaba a todos los rincones del palacio.
Cierto día se presentó un
médico de larga barba blanca y se
ofreció a visitar al soberano para buscar remedio a su terrible mal. El rey y
sus médicos se avinieron a ello. El recién llegado lo examinó, lo auscultó largo
rato, preguntó por todos los síntomas y solamente sentenció:
-Su majestad sólo sanará si
viste con la camisa de un hombre feliz.
Inmediatamente partieron
veloces los emisarios del rey por todos los caminos del reino hasta los
rincones más lejanos. Cualquier persona que a primera vista les parecía feliz,
les desengañaba luego: sí, pero la vista me falla...; sí, pero mi hijo se
marchó de casa y no sabemos dónde está...; sí, pero la cosecha de este año...;
sí, pero de vez en cuando la reuma...Hasta que, por fin, oyeron
un cantar alegre que llenaba medio valle. Acudieron enseguida y encontraron a
un hombre que cantaba a pleno pulmón mientras preparaba una comida frugal bajo
la sombra de un puente para resguardarse del sol.
-¿Eres completamente feliz,
buen hombre?- le preguntaron.
-Sí, completamente feliz,
respondió el aldeano.Pues danos tu camisa porque
el rey la necesita para recobrar su salud. El hombre se puso a reír, abrió su
pobre suéter y los emisarios del rey vieron con sorpresa que... no llevaba
camisa.
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