Cuando sienta el apego
o el deseo de enfadarme,
permaneceré inmóvil como un madero,
sin hablar, sin hacer nada.
Cuando mí mente esté salvaje,
burlona, llena de orgullo o arrogancia,
cuando desee exponer los defectos ocultos de otros,
revivir discordias o engañarlos,
cuando intente alabarme
o criticar a otros,
o desee insultar o provocar una pelea,
en esos momentos,
permaneceré como un madero.

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