El 1 junio de 1310, en la plaza de Grève de París, donde actualmente está el Ayuntamiento, era quemada en la hoguera una joven beguina acusada de haber escrito y difundido mensajes heréticos. Era Margarita Porete, una mística defensora del amor de Dios.
Alabanza al amor de Dios
Margarita Porete fue una joven beguina nacida a mediados del siglo XIII que dedicó su vida a escribir sobre el amor totalmente desinteresado hacia Dios. Margarita se unía a una de las corrientes místicas medievales que se basaba en un diálogo directo con Dios y en una exaltación de su amor sin condiciones. Esta corriente nos ha dejado grandes nombres como Hildegarda de Bingen o Hadewych de Amberes.
Todos sus pensamientos, sentimientos y experiencias místicas los plasmó en un libro titulado El Espejo de las Almas Simples. Con reflexiones profundas puestas en boca del Amor, el Alma o la Razón, Margarita ahondaba en la necesidad de dejarlo todo y no esperar nada en su camino de perfección. En sus propias palabras: El Alma, convertida en nada, sabe todo y no sabe nada.
Condenada por herejía
Las palabras de Margarita la llevarían primero a la excomunión y más tarde a la hoguera de la Inquisición. En su convencimiento de no estar cometiendo ningún acto contrario a la ortodoxia religiosa, Margarita desestimó las oportunidades que se le brindaron para retractarse de sus propias palabras, a las que fue fiel hasta su muerte.
En 1306, el obispo de Cambrai, Guido II, hacía quemar en la plaza pública de Valenciennes el Espejo, lo que suponía su prohibición bajo pena de excomunión. Más tarde fue la propia Margarita la que fue perseguida. Permaneció un año y medio en prisión. Durante este tiempo en que continuó creyendo en su inocencia, se negó a comparecer ante un tribunal eclesiástico.
A pesar de que algunos clérigos defendieron a Margarita, nada se pudo hacer para que en 1310 fuera entregada al brazo secular de la Inquisición quien la condenó a morir quemada viva, sentencia que se cumplía poco tiempo después.
Por qué Margarita fue condenada
Sorprende como en un tiempo en que la Iglesia tolerara a muchas mujeres místicas, defensoras de su relación directa con Dios, sin necesidad de intermediarios, Margarita fuera condenada a la más alta pena y sus palabras prohibidas y catalogadas de herejía. Incluso algunas de ellas también hicieron duras críticas a la Iglesia establecida pero no tuvieron el desdichado fin de Margarita.
Émilie Zum Brunn apunta como posibles causas de su enjuiciamiento, razones políticas y defectos de forma en el juicio a Margarita. El Inquisidor General del reino de Francia que había llevado el caso era el dominico Maestro Guillermo de París. Confesor del rey Felipe el Hermoso, Guillermo había presidido tres años antes, en 1307, el controvertido proceso contra los templarios. Según argumenta Zum Brunn, la culpabilidad de Margarita no sería más que una compensación ofrecida al papa y a la iglesia tras el espinoso asunto de los templarios.
Otra de las causas pudo haber sido la lectura sesgada y sacada de contexto de los fragmentos del Espejo que los sabios de la universidad de París usaron en el proceso.
Redescubrimiento del Espejo
Tras la condena y ejecución de Margarita, su libro no desapareció. Durante mucho tiempo aparecieron copias por distintos lugares de Europa sin apuntar su autoría. Tuvieron que pasar más de seis siglos para que en 1946 se identificara a Margarita como la autora de uno de los libros místicos más importantes de la Edad Media.
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