martes, marzo 13, 2018

El camino verdadero y el camino engañoso segun San Ignacio



Extracto del artículo de Josep M. Rambla Ejercicios Espirituales de San Ignacio, Una relectura del texto. Publicado en: Cuadernos EIDES.

En sintonía con esta tradición, Ignacio señala una senda que conduce a construir sobre roca y otra que lleva a construir sobre arena. Ésta se presenta de forma engañosa, es la manera de hacer del «enemigo de natura humana», ya que la persona que quiere seguir a Jesús no va a deslizarse por rutas claramente anti-evangélicas, sino que a veces decidirá mal, pero «bajo apariencia de bien»... ¿Cómo es cada camino?:

La senda hacia la roca firme, es decir, el camino hacia una vida verdaderamente evangélica, tiene tres etapas: Primero, el desapego real de los bienes (dinero, cultura, poder, cargos, etc.). Como consecuencia de esto, se suele llegar a sufrir una cierta «minusvaloración» (ser menos considerado y tenido en cuenta, se cierran algunas puertas, hay menos gente que le rodee a uno o que le busque, no se le ofrecen determinados cargos o responsabilidades, se le tiene por persona exagerada o radical, o con poco sentido del humor, o extremista, etc.). Finalmente, estos dos escalones o etapas conducen a la auténtica humildad, que es la verdad: poner la seguridad en Dios, la roca que salva y en nadie más y en nada más.

La senda que conduce a la tierra arenosa, insegura e inconsistente, va en dirección contraria. Primero, uno pone su corazón en los bienes, como dinero, poder, cultura, cargos, comodidades, etc. Es decir, se deja llevar por la «codicia». Esto suele producir un halo de prestigio y falsa valoración: se pondera a esta persona, se recurre a ella, se la honra, se le da fácilmente la razón, su parecer tiene peso, aunque no siempre tenga la razón, ni tenga verdaderos amigos, ni valga más que otras personas menos apreciadas. Su existencia es de «cartón piedra». De resultas de esta falsedad en que vive, insensiblemente va cayendo en la soberbia: llega a ser una persona segura de sí misma, que obra por prestigio, con medios puramente humanos. Construye sobre arena. Jesús se halló en esta necesidad de decidirse por una de las alternativas que se le presentaron: dejarse llevar por la «tentación» del poder, del prestigio hasta doblar las rodillas ante el tentador, o bien abandonarse a la voluntad del Padre poniendo toda la fuerza de su misión en él. Una tentación que se irá repitiendo a lo largo de su vida, por ejemplo: cuando le quieren hacer rey, cuando Pedro le quiere apartar del camino de la cruz, cuando los discípulos quieren que haga bajar fuego del cielo, cuando siente pavor y resistencia ante la pasión que se le viene encima, cuando en la cruz se le pide que baje de ella...  En el Padre Nuestro pedimos «no nos dejes caer en la tentación», ya que la tentación nos acompaña continuamente.

Cada alternativa (roca-arena) con su itinerario propio es una fuerza o dinamismo que atrae o seduce a su manera a todas las personas, porque nadie, sea en el estado o condición de vida que sea, se halla al abrigo de esta doble corriente. Además, estas dos corrientes no sólo tienen fuerza sobre el campo más estrictamente personal, sino que también influyen en lo comunitario y en el terreno de la acción (apostolado, compromiso, familia). En definitiva, todos nos hallamos siempre ante la alternativa de poner nuestra seguridad en Dios o al margen de Él. Esto sí, desde la perspectiva simplemente humana, muchas cosas siguen funcionando, pero no tienen vida propiamente evangélica.

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