viernes, enero 04, 2013

Irena Sendler

Desde que leí su historia no puedo dejar de pensar que, a pesar de tanta maldad en este mundo, hay mucha bondad en la gente, tanta que sobrepasa la maldad. Lo más interesante de esta enfermera polaca es que nunca planeo ser famosa, recibir premios o pasar a la historia.
No, solo hizo lo que pensó que era correcto hacer en su momento. Hoy la gente llora por la muerte de gente que ofrece muy poco al mundo. Irena Sandler es una de esas mujeres que se echan de menos, de las que necesitamos más.

La historia comienza durante la segunda guerra mundial, en 1939 con una Varsovia ocupada por el terrible ejercito nazi. Los nazis habían comenzado ya su cruzada contra los Judíos quienes sufrieron terriblemente con la expansión alemana. Polonia es un país tradicionalmente católico, por lo que los católicos estaban relativamente a salvo durante la ocupación. En esa época, Varsovia tenia una población de 1 250 000 personas, de las cuales 380 000 eran judíos. El gueto al que fueron forzados a vivir equivalía solamente al 2.4 % de la superficie de toda Varsovia. Los problemas de vivir en tal hacinamiento no se hicieron esperar: enfermedades, hambre, violencia, etc. Por ejemplo el racionamiento de los alimentos para los judíos estaba oficialmente limitado a 184 calorías, mientras que los polacos les correspondían 1800 y a los alemanes 2400. A pesar de que más y más gente era llevada cada semana al gueto, la población se mantuvo estable debido a la cantidad de muertos por hambre y fiebre tifoidea.
Irena tenía entonces 19 años y era ya enfermera. Su padre había sido médico y había muerto de fiebre tifoidea debido a que atendía enfermos judíos que eran discriminados por otros médicos aun antes de la guerra.
Los nazis seleccionan a un grupo de polacos para hacerse cargo de los comedores comunitarios de la ciudad y en ese grupo estaba Irena. Cuando se formó el gueto, Irena no dudó en hacer todo lo posible por ayudar a los judíos:
 "Conseguí, para mí y mi compañera Irena Schultz, identificaciones de la oficina sanitaria, una de cuyas tareas era la lucha contra las enfermedades contagiosas. Más tarde tuve éxito en conseguir pases para otras colaboradoras. Como los alemanes invasores tenían miedo de que se desatara una epidemia de tifus, toleraban que los polacos controláramos el recinto."
Cuando Irena caminaba por las calles del gueto, llevaba un brazalete con la estrella de David, como signo de solidaridad y para no llamar la atención sobre sí misma. Al darse cuenta de las altas probabilidades de que los niños murieran en aquella situación, empezó a ofrecer a algunas familias llevar a sus hijos fuera del gueto. Pero no les podía dar garantías de éxito. Lo único seguro era que los niños morirían si permanecían en él. Muchas madres y abuelas se oponían a entregar a sus niños, algo absolutamente comprensible pero que resultó fatal para ellos. Algunas veces, cuando Irena o sus amigas volvían a visitar a las familias para intentar hacerles cambiar de opinión, se encontraban con que todos habían sido llevados al tren que los conduciría a los campos de exterminiog.
A lo largo de un año y medio, hasta la evacuación del gueto en el verano de 1942, consiguió rescatar a más de 2.500 niños por distintos caminos: comenzó a sacarlos en ambulancias como víctimas de tifus, pero pronto se valió de todo tipo de trucos que sirvieran para esconderlos: sacos, cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercancías, bolsas de papas, ataúdes... en sus manos cualquier elemento se transformaba en una vía de escape.
Entre los miles de niños y bebés rescatados, uno de los ejemplos que pasó a la posteridad fue el de Elzbieta Ficowska. Ella tenía cinco meses cuando una colaboradora de Sendler le suministró un narcótico y la colocó en una caja de madera con agujeros para que entrara el aire. Fue sacada del gueto junto con un cargamento de ladrillos, en un vagón jalado por un caballo, en julio de 1942. La madre de Elzbieta escondió una cuchara de plata entre las ropas de su bebé. La cuchara llevaba grabado su apodo, Elzunia, y la fecha de nacimiento: 5 de enero de 1942.  Elzbieta fue criada por la ayudante de Sendler, Stanislawa Bussoldowa, una viuda católica. Ficowska dijo más tarde que la fallecida Bussoldowa fue su "madre polaca", para distinguirla de su "madre judía". Durante meses, la madre de Elzunia llamó por teléfono para escuchar los balbuceos de su hija. Muertos sus padres en el gueto, la joven salvada Elzbieta Ficowska fue años después conocida con el apodo de "la niña de la cuchara de plata".
Poster nazi en alemán y enpolaco (Varsovia1942). En él, se amenaza de muerte a cualquier polaco que prestara ayuda a los judíos.
Irena quería que un día pudieran recuperar sus verdaderos nombres, su identidad, sus historias personales y sus familias. Entonces pensó en hacer un archivo en el que registraba los nombres de los niños y sus nuevas identidades.
Los nazis supieron de sus actividades. El 20 de octubre de 1943, Irena Sendler fue detenida por la policía nazi y llevada a la infame prisión de Pawiak, donde fue brutalmente torturada. En un colchón de paja encontró una estampa de Jesús Misericordioso con la leyenda: “Jesús, en ti confío”, que conservó consigo hasta el año 1979, momento en que se la obsequió a Juan Pablo II.
Ella era la única que sabía los nombres y las direcciones de las familias que tenían a los niños judíos. Soportó la tortura y se negó a traicionar a sus colaboradores o a cualquiera de los niños ocultos. Fue sentenciada a muerte. Mientras esperaba la ejecución, un soldado alemán se la llevó para un "interrogatorio adicional". Al salir, le gritó en polaco "¡Corra!". Al día siguiente halló su propio nombre en la lista de los polacos ejecutados. Los miembros de la resistencia habían logrado detener la ejecución sobornando a los alemanes, e Irena continuó trabajando con una identidad falsa.
En 1943, durante el Levantamiento de Varsovia, colocó sus listas en dos frascos de vidrio y los enterró en el jardín de su vecina para asegurarse de que llegarían a las manos indicadas si ella moría. Al finalizar la guerra, Irena misma los desenterró y le entregó las notas al doctor Adolfo Berman, el primer presidente del Comité de Salvamiento de los judíos sobrevivientes. Lamentablemente la mayor parte de las familias de los niños había muerto en los campos de concentración nazis. En un principio los chicos que no tenían una familia adoptiva fueron cuidados en diferentes orfanatos y poco a poco se los envió a Palestina.

Los niños sólo conocían a Irena por su nombre clave "Jolanta". Pero años más tarde, cuando su foto salió en un periódico luego de ser premiada por sus acciones humanitarias durante la guerra, un hombre la llamó por teléfono y le dijo: "Recuerdo su cara, usted es quien me sacó del Gueto." Y así comenzó a recibir muchas llamadas y reconocimientos.
Pero Irena Sendler nunca pensó que recibiría homenaje alguno por sacar a los 2.500 niños judíos del gueto de Varsovia, ni por soportar las torturas de los nazis o pasar décadas hostigada por el régimen comunista que siguió a la guerra. Según ella lo expresó, "esos actos fueron la justificación de mi existencia en la tierra, y no un título para recibir la gloria". En referencia a las visitas incesantes que recibía, expresó: "Estoy muy cansada; esto es demasiado para mí"
En noviembre de 2003 el presidente de la República, le otorgó la más alta distinción civil de Polonia: la Orden del Aguila Blanca (
Order Orła Białego). Irena fue acompañada por sus familiares y por Elzbieta Ficowska, "la niña de la cuchara de plata".En 1965 la organización Yad Vashem de Jerusalén le otorgó el título de Justa entre las naciones, que es es una expresión del judaísmo  empleada para referirse tradicionalmente al conjunto de aquellas personas de confesión no judía o extranjeros que merecen consideración y respeto por observar una conducta moral acorde con los siete preceptos de las naciones y a los que, según esta creencia, les espera una recompensa divina.  Ademas se la nombró ciudadana honoraria de Israel. Irena murió en el 2008 

1 comentario:

  1. Hermosa historia. Este tipo de testimonios son los que me confirman que hay gente generosa y preocupada por los demás. Ojalá muchos tuviéramos la fuerza y la determinación de esta valiente y admirable mujer.

    ResponderBorrar

¿Qué opinas de esto? Deja tu comentario!