Sería pecar de escéptico no alegrarse de que el papa sea jesuita, sin embargo hay escépticos que no se alegran. Jesuitas hay de todo, pero en su mayoría son hombres de Dios.
Sería ingenuo creer que por ser jesuita las cosas están garantizadas, sin embargo hay ingenuos que así lo creen. El mundo Vaticano no es la Compañía de Jesús, las diferencias son enormes.
Sería pecar de triunfalista asegurar que con Francisco I los jesuitas tendremos más prestigio, o mejores puestos, sin embargo seguramente habrá triunfalistas. Ignacio nos quería lejos del poder y las intrigas palaciegas, Lc. 22, 26.

Sería malsano escarbar en el pasado de Francisco I para sacar todos los trapos sucios posibles, sin embargo habrá gente que sólo se dedicará a eso. Sería extraño que el mundo entero aplauda la elección de un Papa. (¿Algún hombre podría ser algún día aplaudido unánimemente por el mundo entero?)
Sería torpe no ver la labor del Espíritu Santo en esta elección de pontífice, sin embargo hay muchos que no ven al Espíritu por ningún sitio. Recordemos Mt. 16, 18: Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi Iglesia.
Sería irresponsable no ver en esto un llamado de Dios a comprometerse personalmente más con la oración y el trabajo cotidiano, sin embargo habrá muchos irresponsables, Flp. 4, 6.
Sería triste no alegrarse por un papa religioso, pero sabemos que siempre habrá profetas de la amargura.
Sería negativo no ver en todo esto una invitación de Dios a renovarnos como Iglesia, y sin embargo habrá muchos que no profundicen ni un poco su fidelidad al reino Rm. 14, 17.
Por último dejo unas inspiradoras palabras de Benedicto XVI sobre la Esperanza (de su encíclica Spe Salvi):

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