Hoy el día parece triste. Las noticias principales son la gran
división política del pueblo venezolano y la tragedia sin sentido del maratón de
Boston. Es imposible no tener sensación de deja vu al ver lo que está
sucediendo en Venezuela, solo que al reverso: en México fue la izquierda la que
ganó y le arrebataron la presidencia, mientras que en Venezuela es la izquierda
la que parece estar arrebatando la presidencia a la derecha. Es increíble cómo el viaje a Cuba me hace
tener una percepción muy contradictoria de lo que sucedió en Venezuela. Si
pienso en las repercusiones que pudo haber tenido en Cuba la presidencia de Capriles,
me siento aliviado de que ganara Maduro. Pero si me pongo a pensar en los
problemas de Venezuela, a pesar de los tan debatidos “logros” de la revolución
bolivariana, no quedo nada contento con la extensión del chavismo. El resultado de las elecciones muestra la
voluntad de los venezolanos de un cambio de rumbo. Según muchos analistas, Chávez
dejó una nación acorralada por una infraestructura en ruinas, un gasto público
insostenible y una industria con bajo rendimiento. El régimen se defiende
diciendo que gracias a sus programas sociales, los pobres en Venezuela se han
beneficiado de la riqueza petrolera del país, mucho más de lo que lo hicieron
durante los gobiernos de las llamadas élites corruptas.
Por otro lado, los atentados en Boston reviven con tristeza el
trauma nacional americano que fueron los atentados a las torres gemelas en
9/11. Cuando estaba viendo las noticias no lo podía creer: Boston, la ciudad
más intelectual, pacífica, tolerante, abierta al dialogo, llena de inmigrantes
de todo el mundo, etc. Objeto de un ataque terrorista! Increible! Después de
haber vivido en Boston y de haber presenciado dos maratones, puedo sentir el
shock que causan estos acontecimientos en la psique de los bostonianos. Para
poner una comparación, es como si nosotros nos encontráramos con un ataque
similar en la basílica el día de la virgen de Guadalupe. Así de fuerte es la
magnitud de este evento para los bostonianos. La última palabra del día la tienen
las múltiples muestras de solidaridad que se dieron inmediatamente después de
la tragedia. Solo doy unos ejemplos: corredores que acabando de correr los 42
km, continuaron corriendo para ver si podían donar sangre para los lastimados;
mi taquería favorita en Boston, El Pelón, ofrecía comidas gratuitas y sus
instalaciones gratis para encontrar compañía.
Para ambas situaciones se me sigue confirmando que solo nos queda
el camino del diálogo, el tender puentes, somos seres humanos y siempre
tendremos que luchar contra nuestros demonios
No hay camino para la paz, la paz es el camino.
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