En Palestina
aun viven muchos musulmanes. Un día un almuecín (sacerdote musulmán), invitó a un sacerdote católico a un debate público
acerca de la Eucaristía.
El musulmán le preguntó al sacerdote:
- ¿Cómo es posible que un pedazo de pan se vuelva
cuerpo de Cristo?
- Es muy posible —contestó
el sacerdote— y te lo demostraré con una comparación muy sencilla. Al comer tú
cambias el pan en tu cuerpo. ¿Por qué no puede Dios hacer algo semejante en la
Eucaristía, cambiando el pan en el Cuerpo de Cristo?
El musulmán preguntó:
- ¿Cómo puede un pedazo tan pequeño de pan contener
todo el Cuerpo de Jesús?
- Mira el cielo
y las montañas; son muy grandes. Y, sin embargo tu ojo, aun siendo tan pequeño,
alcanza a contenerlos todos. Si tu ojo puede lograr esto ¿por qué no puede Dios
lograr que un pedazo de pan contenga entero a Jesús?
El musulmán insistió:
- ¿Cómo es
posible celebrar en el mundo varias Misas a la vez, y que en cada una esté
presente el mismo Cuerpo del Salvador de ustedes?
-Para Dios no hay cosa imposible—dijo el sacerdote
católico
Luego tomó en sus manos un gran espejo; lo arrojó al piso reduciéndolo en mil pedazos, y al asombrado musulmán le explicó:
Hace un momento
en el gran espejo estaba presente tu rostro; ahora tu rostro está presente al
mismo tiempo en cada pedazo del espejo. ¿Por qué no puede el Cuerpo de Jesús
estar presente en cada uno de los lugares donde se celebra la Misa?
El debate se
concluyó con una cordial despedida, llena de respeto y de paz.
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