Hay una sola
cosa que origina la infelicidad: el apego. ¿Y qué es un apego? Es un estado
emocional de vinculación compulsiva a una cosa o persona determinada, originado
por la creencia de que sin esa cosa o persona no es posible ser feliz. Un
apego no es un hecho. Es una creencia, una fantasía de tu mente, adquirida
mediante una "programación". (Anthony de Mello)
Desapegarse
no es negar nuestro amor, ni nuestro deleite por las cosas. Muy por el
contrario, el desapego es vivir intensamente cada segundo que estamos con
las personas y que disfrutamos de las cosas. Sólo cuando nos desapegamos
de las cosas podemos disfrutarlas enteramente. Por ejemplo, en una
amistad, sólo cuando vivimos la amistad libremente, sin apegarnos a ella,
sin pesar qué pasaría si la perdiéramos, etc., podemos disfrutar cada
momento de esa amistad. Lo mismo con las cosas, cuando nos apegamos a las
cosas no las disfrutamos pues siempre tenemos miedo a perderlas. Es como
una persona que cuida tanto su auto que por no chocarlo prácticamente no
lo usa. Es lo que sucede en las adicciones. La relación con las cosas en
las adicciones está motivada por el llenar un vacío, no por el disfrutar
de las cosas. El alcohólico no es un buen catador de vino, no disfruta el
vino, lo engulle con ansiedad. El adicto al sexo generalmente no conoce
el erotismo, pues más que el sexo mismo mira la conquista y el acumular
cuanto placer sea posible.
En la
tradición cristiana quizás quien mejor describe el desapego es San
Agustín en su libro "Del Libre Albedrío". Ahí nos dice que los
deseos desordenados son la fuente del los actos en contra de Dios. Porque
deseamos algo desordenadamente, estamos dispuestos a hacer cualquier cosa
para poseerlo. Así, por ejemplo, el amor desordenado al dinero lleva a
algunas personas a estafar. San Ignacio, por su parte, habla de los
"afectos desordenados" que nos alejan de la voluntad de Dios.
El principal objetivo de sus Ejercicios Espirituales es librarnos de esos
afectos y crecer en libertad para elegir lo que más y mejor nos conduzca
hacia Dios.
El disfrute
de las cosas supone un desapego, pues para disfrutar intensamente tenemos
que estar profundamente presentes en lo que hacemos. El buen bailarín se
transforma y se abandona en el baile, el buen amante se entrega en el
acto amoroso, el místico se abandona en la oración.
Las cosas y las personas se nos regalan y tenemos que vivirlas como gracias, no como posesiones. La espiritualidad del desapego supone vivir cada momento sin contaminarlo sin ánimo de posesión, sin ansiedad y sin contaminar nuestra vivencia de ellas con el futuro. El desapego es el arte de vivir la gratuidad del momento. Sólo el que vive la vida con desapego puede disfrutarla y ser feliz. Quien vive apegado a la vida, cuidándola, "ahorrándola" no la disfruta pues el miedo a perderla lo llena de ansiedad y le impide gozarla.
Las cosas y las personas se nos regalan y tenemos que vivirlas como gracias, no como posesiones. La espiritualidad del desapego supone vivir cada momento sin contaminarlo sin ánimo de posesión, sin ansiedad y sin contaminar nuestra vivencia de ellas con el futuro. El desapego es el arte de vivir la gratuidad del momento. Sólo el que vive la vida con desapego puede disfrutarla y ser feliz. Quien vive apegado a la vida, cuidándola, "ahorrándola" no la disfruta pues el miedo a perderla lo llena de ansiedad y le impide gozarla.
Muy interesante,me gusta mucho este tema, intentaré aplicarlo..
ResponderBorrarSaludos!!