sábado, junio 08, 2013

Volar alto, soñar grande y desear profundo


Hasta la más larga caminata empieza por un pequeño pasoConfuncio


En la época de las migraciones de los ánades y de los patos salvajes sucede un fenómeno muy interesante. Cuando los corrales de aquellas aves que están en cautiverio, son atravesados por sus iguales que vuelan libres a sus orígenes, se verifica en ellas un fenómeno de inquietud y de intranquilidad.  Las aves domésticas ocupadas hasta ese momento en comer y engordar más y mejor, las mismas que durante el año no tenían el menor interés en moverse más allá de los límites conocidos, se sienten de pronto como imantadas por esa instintiva migración y tienden a imitar el vuelo de sus hermanas libres con movimientos torpes que acaban en aterrizajes forzosos. Aquel reclamo salvaje despierta en esos animales no se qué instinto secreto. Algo les hace intuir que sus cabecitas son dignas de horizontes infinitamente mayores que los que marcan las tapias del corral. Lo mismo le ocurre al hombre y mujer orantes, su rato de presencia ante Dios le descubre la vanidad de todos sus empeños, el raquitismo de todos sus proyectos, el lastre de todas sus gorduras y al mismo tiempo le invita a volar alto, a soñar grande y desear profundo.

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