El consejo de este día de cuaresma es cambia el ritmo.
Mucha gente cree que el animal más lento del mundo es la tortuga pero en realidad es el perezoso. Este animal que habita en Centro y Sudamérica se desplaza una media de 38 metros al día a una velocidad de 250 metros por hora.
La razón de su escasa velocidad es que están adaptados fisiológicamente para llevar la vida más sedentaria entre los mamíferos, por ello se mueven con extrema lentitud y lo mínimo posible.
Estos folívoros no pueden mantenerse en pie por lo que pasan la mayor parte de su vida en las copas de los árboles y solo bajan al suelo una vez a la semana para defecar y orinar. Para no cambiar de postura, su cuello puede girar 270 grados, por lo que tienen una tráquea muy larga. Su metabolismo también es lento, por eso solo necesitan defecar una vez a la semana.
Aunque apenas se desplaza cinco veces más rápido que un caracol, los perezosos son muy buenos nadadores y pueden cruzar ríos en búsqueda de pareja o nuevos territorios.
Por el contrario, el guepardo es el animal cuadrupedo más veloz del mundo, alcanzando una velocidad punta entre 95 y 115 km/h en carreras cortas de un máximo de 400 a 500 metros. Pueden pasar de 0 a 103 km por hora en solo 4 segundos. Es una “maquina de carrera” muy eficaz y tiene que ser veloz ya que en la sabana africana el guepardo se inclina por la "comida rápida".
Caza a la velocidad del rayo y toda su anatomía está diseñada para la velocidad: cuerpo ligero, piernas delgadas, un pecho hondo y estrecho, y un cráneo pequeño y redondeado.
Con estas características tan aerodinámicas, los guepardos pueden alcanzar velocidades de mas de 100 km/h en carreras cortas, lo que le garantiza un alto porcentaje de éxito en sus cacerías (se calcula que ta mitad de ellas acaban en capturas).
Pues bien, algunos de nosotros parecemos guepardos en nuestras vidas: siempre corriendo acelerados detrás de múltiples objetivos. Tenemos calendarios que seguir, eventos que organizar, metas que cumplir y objetivos que alcanzar. Pero sería bueno detenernos y preguntarnos de vez en cuando ¿cuál es el ritmo de Dios? Futuro, presente, pasado y una eternidad fuera del tiempo, esta es la escala temporal sobre la que trabaja Dios. Dios no tiene prisas. Dios camina lentamente porque es amor. Si no fuese amor, habría ido muchísimo más rápido. El amor tiene su propia velocidad. Es una velocidad interior. Es una velocidad espiritual. Se trata de una velocidad diferente a la velocidad tecnológica a la que estamos acostumbrados.
El consejo práctico de hoy sería planear una hora de un domingo a hacer todo lentamente: bañarse con calma, leer sin prisas, desayunar a un ritmo diferente sin presiones de horarios y compromisos. Así podríamos probar un poco el ritmo de Dios.
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